Buenas tardes. En compañía de la Sra. Ministra de Salud de la Provincia, Dra. Rossana Chahla, del Sr. Decano de la Fac. de Medicina, Dr. Ricardo Zelaya y del Sr. Presidente del Colegio Médico de Tucumán, Dr. Héctor Sale, tengo el honor y el agrado de dirigirme a Uds. esta noche.
La Academia de Ciencias de la Salud de Tucumán cumple este año su quinto aniversario. La reunión de hoy constituye la parte más importante de los festejos, cuyo tema central trata de «Innovaciones y controversias» en el campo de la salud.
Ese título, que es casi una consigna, implica factores que no siempre están a la vista. Por una parte, es casi una declaración de principios de la Academia, ya que esos dos términos están indisolublemente ligados al avance del conocimiento. Y el avance del conocimiento requiere libertad.
Ninguna Academia podría existir sino en completa libertad, ya que la libertad es un supuesto inevitable en su funcionamiento.
Libertad intelectual, libertad de influencias externas indebidas, libertad de vaivenes políticos y de intereses capaces de torcer el libre albedrío y acotar la diversidad de opiniones y puntos de vista contrapuestos. Libertad para discutir con la mente abierta, con ideales pero sin banderías.
El tema de las Jornadas –innovaciones y controversias- es muy significativo, ya que se trata de los dos principales productos de la actividad de quienes se dedican a la obtención e interpretación de resultados de la investigación científica, que ha sido el motor de la actividad académica desde los tiempos de Platón, en el siglo IV antes de Cristo.
Los resultados son aplicables a la práctica, y las controversias propulsan la obtención de nuevos conocimientos, que a su vez generan nuevas controversias, en un ejemplo glorioso de ciclo virtuoso que nos ha dado las posibilidades inauditas de mantener y mejorar la salud que tenemos hoy.
En la Argentina hay tres academias en campos relacionados con la salud. Las dos más antiguas son la Academia de Medicina de Buenos Aires, creada en el siglo XIX, y la Academia de Ciencias Médicas de Córdoba, creada en el siglo XX. Ambas actúan, obviamente, en el campo médico.
Pero la definición de salud es compleja y polifacética, abarcando más que la Medicina. Parafraseando a Georges Clemenceau, periodista y político que llegó a ser Primer Ministro de Francia, se podría decir que la salud es demasiado importante como para dejársela a los médicos. O por lo menos solamente a los médicos. Y tengamos en cuenta que Clemenceau, aparte de ser periodista y político –dos pecados casi capitales- era además médico (lo que seguramente contribuyó a lograr su absolución).
Cuando, en el año 2012, surgió en la Facultad de Medicina la idea de la creación de una nueva Academia, se tuvo en cuenta esta complejidad y el resultado es también polifacético.
Así, la Academia de Ciencias de la Salud de Tucumán, nacida en el siglo XXI a partir de esa idea y con el apoyo decidido y continuado de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Tucumán, trata de cubrir todos los factores que contribuyen a la salud individual y colectiva, y por ello engloba no sólo profesionales de la Medicina, sino también de la Odontología, de la Psicología, de la Enfermería, de la Bioquímica, de las Ciencias Exactas y, en términos generales, de toda actividad que tenga relación directa con la salud.
Entre los propósitos más importantes de la Academia están el de promover y difundir el progreso de las Ciencias de la Salud, con la intención de contribuir en todo lo que esté a su alcance a aproximar a la sociedad al hasta ahora inalcanzable ideal de una salud perfecta. Sus actividades incluyen el asesoramiento a entidades públicas en el área de la salud y el apoyo a iniciativas de terceros conducentes al mismo objetivo.
Las Jornadas en desarrollo hoy surgieron de una simple idea: la de festejar esa edad que por algún motivo cultural consideramos importante, aunque sólo se trata en realidad de una cifra redonda.
Lo que no imaginábamos en ese momento es que, a fuerza de imaginación y trabajo, a los que se sumaron el apoyo decidido del Ministerio de Salud, el Colegio Médico y la Facultad de Medicina, terminaríamos llevando a cabo una reunión de la magnitud de la que hoy estamos realizando.
Por cierto que la tarea de organizarla no fue simple, y exigió a los miembros de la Comisión Directiva de la Academia capacidad y dedicación notables, sumadas a un entusiasmo que permitió superar todas las dificultades y las marchas y contramarchas de una empresa de esta envergadura.
Cuarenta actividades científicas con más de doscientos veinte participantes activos, en su mayoría profesionales universitarios dispuestos a compartir sus saberes y a discutir los problemas atinentes a la salud desde todos los puntos de vista, con la intención de lograr lineamientos que puedan servir como guía y asesoramiento para futuras políticas de salud, implican un compromiso con la comunidad que no se ve con mucha frecuencia.
Y toda esta inversión de tiempo y talento se realiza sin retribución alguna aparte de la intelectual, lo que en sí mismo demuestra una gran generosidad y un compromiso social subyacente por parte de estos profesionales que hemos logrado evidenciar, y que nos permite concluir que compartimos con ellos algunos de los propósitos centrales de la Academia: una dedicación al bien común, una actividad realizada desinteresadamente con la mirada puesta en el bienestar de la sociedad.
Se impone en este momento llevar a cabo una evaluación de los resultados del día, un balance entre la inversión de recursos y de esfuerzo realizada y lo obtenido como fruto de la actividad.
Y aquí entro en una parte necesariamente improvisada de mi discurso, ya que no podíamos tener esa información anticipadamente. Los datos, hasta el momento, superan en mucho lo que esperábamos lograr: hubo más de 700 inscriptos, de los cuales más de 400 se acreditaron, con una considerable asistencia de estudiantes y una participación muy activa del público en todas las actividades realizadas hasta ahora. Tan activa, de hecho, que en algunos casos las discusiones continuaron fuera de la sala. Y para beneficio de todos, espero que continúen fuera de la reunión y se extiendan en el tiempo.
Llegado a este punto, debo confesar que a lo largo del proceso de organización de esta reunión me sorprendí más de una vez por el entusiasmo y la facilidad con que personas del nivel que conseguimos juntar aquí se adaptaban a exigencias impuestas por las condiciones de la reunión con una humildad sorprendente. Me sorprendió, como mencionara hace un instante, la facilidad con que profesionales de primer nivel, de todas las profesiones, invirtieran su tiempo y su esfuerzo tan desinteresadamente. Vaya mi aplauso hacia ellos y hacia las instituciones que nos apoyaron, y sobre todo hacia las personas en esas instituciones y fuera de ellas que trabajaron para el éxito que estamos viendo en estas Jornadas.
Mención aparte merece el hecho de que si la interacción entre la Academia, el Ministerio, la Facultad y el Colegio Médico y los profesionales independientes permitió hacer funcionar sin fallas semejante estructura, no hay nada que no podamos hacer en el campo de la salud si nos lo proponemos y actuamos como lo hicimos en esta ocasión.
Y no me cabe ninguna duda de que la comunidad, o sea Tucumán, o sea nosotros, nos lo merecemos.
Aplaudo por eso.
Muchas gracias.